the fool

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27 marzo, 2010

Assasin.... por los viejos tiempos

Assasin




Bajo la gran espada del sagrado filo; tallada en blanco mármol en el centro del la estancia, el guía se paseaba de un extremo a otro del estrado en el auditorio del Templo de la Revelación.

Su voz era potente y autoritaria mientras movía sus brazos al ritmo de sus palabras; y no solo sus brazos; sus ojos, sus gestos, el mismo mientras las palabras que los hombres querían escuchar eran pronunciadas excitando los ánimos.

¡Que gran orador es el que ha sido iluminado con una misión! – pensó Sica el elegido. Las palabras del guía eran las ultimas que escucharía , bien lo sabia él , pero así debía ser , porque así había sido destinado desde su llegada a este mundo ; mas aun era una suerte que ahora pudiese conocer cual era su misión y que tuviese el corazón templado y listo para el sacrificio .

“ Porque el nos conoce – decía el guía –porque el nos dejo ir lejos de su infinito amor para hacer la labor de la verdad ; para traer su amor a la tierra de los infelices y que lo corrupto muera y reviva en Él ya reformado; solo así reverdece este su jardín ; y es por nosotros que llevamos a cabo la misión, porque desde que despunta la mañana, hasta que cae la noche en oscuridad siniestra debemos trabajar con diligencia; por que tenemos la suerte ; por que estamos benditos del conocimiento. Nosotros vemos claro y sabemos la verdad , y es que cada uno de nosotros ; pobres perdidos; hemos encontrado nuestro destino y hemos trabajado en nuestra voluntad ; ya solo queda un objetivo que cumplir; el mas grande de esta vida ; de cada una de nuestras vidas ; ser el castigo de Él , ser la inclemencia de su justicia.

¡Por que no debemos apiadarnos, por que ya no podemos dudar, por que afuera solo hay enemigos, y los enemigos están corruptos, llenos del mal!; ¡nosotros los salvaremos!; a ellos; a este mundo; con la muerte todo se hara perfecto; con su temor ahuyentamos el mal de sus corazones. Esto es la voluntad de Él através de los nuestros.”

Sica y todo el salón escuchaban las palabras del guía sin pestañar; ellas retumbaban dentro de los guerreros como su propia voz y conciencia; los llenaba de emoción y ninguno era inmune al irrefrenable impulso de dar muerte y morir en el glorioso acto de la batalla; ellos no perderían pues lo daban todo y no existía ya el miedo, era solo ferocidad.

¡Somos los elegidos!; salvados aquí en el Templo de la Revelación; pronto nos reuniremos todos en nuestro hogar en la lejana morada de Él eterno; allí seremos para siempre recompensados por nuestro valor y el de nuestros brazos, en la gracia del absoluto y con el honor de quienes deben obediencia, y que en su insignificancia llevan a cabo su misión.

Por eso elegidos ¡levántanse y luchen! pues somos los salvadores por ello nuestros actos son santos.

¡Luchen, luchen; pues solo eso resta; atravesados hoy por el arma enemiga consagraran y serán gloriosos en Él!

Todo el auditorio alzo su voz entonces ; de sus pechos procedía el grito de batalla, la invocación: “!Él eterno!” , “!Él eterno!”, “!Él eterno!”.

Sica repetía con idéntico entusiasmo; el sabia al igual que los demás que aquel era el momento mas importante de su vida.








Toda una vida, todo por un único momento, o la ilusión de una meta, y sin embargo no es todo ese único momento; sino la vida entera y cada uno de los pasos en el camino eterno.

Sica escucho muchas veces al guía decir que debían darlo todo por su misión; y en su preparación para la batalla y la muerte su mayor aliento era seguir el honor de la próxima vida; honor que no tuvo ni tendría en esta; mucho menos siendo como había sido un ser de las calles, que hacia cuanto era necesario para vivir.



Pero ¿por qué vivía entonces si no tenía una misión? – se preguntaba a veces ; eso no lo podía recordar; incluso no sabia si alguna vez en el pasado se lo había planteado; ya no recordaba un pasado por que Él eterno lo había salvado y le había perdonado su estado de anterior extravío.

Junto a su espada Sica corrió en el campo yermo; un terreno que alguna vez fue campo de cultivo y villa de labriego; las llamas santas de los elegidos habían acabado con todo lo que había sido; todo debía –dijeron –de trocarse en campo de batalla; no podía quedar ni alimento ni refugio para el mal del bando enemigo.

Esto era un sacrificio para los campesinos, pero ellos también obedecían la voluntad insondable de Él eterno; era lo correcto entregarse a las ordenes de sus guerreros porque ellos eran su voz sus ojos y sus manos aquí entre los hombres.
La espada en su mano atravesaba los cuerpos; dejo atrás un grandulón con un tajo en vientre; este callo de rodillas conciente e incrédulo frente al espectáculo de sus vísceras entre sus manos tintas de rojo muy oscuro. Sica no vio mas de aquella escena pues seguía através del campo bajo el cielo enrojecido por un atardecer , que no obstante carecía del característico canto de las aves o el ruido de los insectos ; todo era de momento salvajes gritos y entrechocar de mentales.

Sica era un gran guerrero, lo había sido siempre y por ello los elegidos le habían dejado vivir al atraparlo actuando vilmente; por ello le enseñaron el camino y le hicieron reconocer en él el designio de la gran voluntad.

Había peleado ese día desde muy temprano al clarear el día y sus ojos hartos de muerte eran dos cobres sin vida; al ver el furor del maligno, del enemigo, empezó a recordar su pasado, la perversidad de su alma; el combate en aquel momento era un combate consigo mismo, como si en cada uno de los que abatidos por su mano matase quien el había sido; la prueba ultima de su redención. Esto lo torturaba. Pasadas ya tantas horas su cuerpo se sentía pesado e inútil y su mente le repetía una y otra vez “pelea”, “tu no quieres morir”; no es así – se contradecía a su vez – el día de hoy terminara para mi con la gloria en Él eterno, yo debo volver a él y solo seré digno con mi sacrificio. Y sin embargó ya no lograba imaginarse muerto y en paz cumpliendo su objetivo aunque ese había sido su anhelo. Ahora temía y dudaba.

¿Cuál era su objetivo?, ¿No había ya matado bastante?, ¿Cuanto mas debía matar para que Él le diera su gracia y lo recogiese? Pero Sica no peleaba ya por un ideal, peleaba simple e instintivamente por su vida.

Los designios del eterno son insondables, nosotros solo los aceptamos y los cumplimos con diligencia; tenemos la suerte de conocer nuestra misión a conciencia y dedicar a ella nuestras vidas; por que somos los elegidos; cada uno de ustedes conoce su fin y lo encarara con honor y sin miedo. ¡Escuchen la palabra de los sabios de otro tiempo!; tal como ellos dicen nada conocemos de lo absoluto sino que lo que es en nosotros mismos. Díganme elegidos ¡¿Que sabemos de nosotros mismos?! ; respondía entones el coro:

¡Somos los ojos, la voz y las manos de Él!; ¡Nosotros somos su espada!

Sica recordaba este episodio de su instrucción y le daba vueltas en su mente; no se percato entonces, pero ahora se preguntaba, realmente, ¿Qué sabia del mismo?

Ahora ya no estaba seguro de ser la espada obediente de los designios de gloria y muerte, ni sus ojos, ni sus manos los cumplían ya. Pero y si el eterno era el mismo….; le entro pánico entonces pues por primera vez se adentraba en un terreno tan incierto como lo era su mismo interior; ¿Quién soy yo entonces? – se dijo.

Arrastrando los pies con la mirada perdida, enfebrecido y exhausto mental y físicamente; sus reflejos de hábil asesino ya no reaccionaron al ataque del arma que traspaso su carne con violencia, dejando al retirarla su enemigo la herida y un río de sangre en el hombro derecho. Sica se desplomo en el suelo pedregoso que a pesar de todo semejaba ya a un tibio lecho. Todo era oscuridad ante sus ojos y pronto quedo inconciente.


¿Estaba muerto?

No sabia si ese había sido su final; le temía a la muerte, aunque estuviese ya en sus terrenos, no se resignaba a ello; tenia ya la seguridad por aquel sentimiento salvaje de sobrevivir que morir en la batalla no podía haber sido su misión; no pudo evitar preguntarse ¿Cuántos otros habrían, tal como él lo había echo, entender equivocadamente las enseñanzas de los sabios? Ahora lo veía; incluso cuando había sido un ladronzuelo en las calles había cumplido los designios de Él ; sus enemigos entonces tampoco debían de ser contrarios a la voluntad insondable, eran como el mismo.

Había escuchado antes que el corazón de Él eterno era tan grande que en el cabían todos los corazones, todos entonces actuaban según su designio.

Luchando con el dolor del hombro poco a poco se incorporo; definitivamente no había muerto pero le parecía estar en una especie de infierno pues el paisaje era de pesadilla. Bajo una luna brillante y blanca el ruido de la noche era el mismo que había sido siempre; provenía de muy cerca, donde aun persistía el bosque; este contrastaba con la aridez del campo de batalla ahora regado de cadáveres que se pudrirían tal ves sin sepultura. A lo lejos se veía muchas pequeñas hogueras. Debía de ser un campamento – pensó Sica – pues hasta él llegaban las voces alegres; celebraban la victoria…; aunque todos los elegidos seguramente se encontraban en aquella estepa, muertos y gloriosos; menos él; él que ya no era un elegido, él que era de nuevo un vago queriendo vivir. Esta era la respuesta – sonrío – su misión originariamente.

– “Yo vivía ya entonces según la gran voluntad, luchando por vivir sin nada mas que importara, y lo sigo ahora pues soy el único guerrero santo con vida – río ante la ironía.

Al tratar de caminar se dio cuenta que aun así no se sentía perdido o traicionado al haberse equivocado por tanto tiempo; que extraña paz; pensó.
Miro hacia el bosque, parecía entre los oscuros arbustos existir más esperanza que en aquel campo de muerte.

Adolorido camino por el sendero hacia la incertidumbre. ¿Quién sabe que será lo próximo que venga? se dijo pues hacia tiempo que no pensaba en su libertad.


Atrás quedaban las hogueras y la alegría; fuese el bando que fuese el vencedor daba exactamente lo mismo; Sica sabia que la Luna seguía brillando sobre todos esa noche.

Historia escrita por JAX

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