-No
-Aun así quieres tener alas aun así quieres volar… No era una pregunta, era una afirmación; y lo había dicho ella, la virgen del parque, la que siempre estaba sentada bajo un árbol a las tres de la tarde con su cuaderno negro en el regazo y su lapicero que en lenta parsimonia se movía sobre las hojas amarillentas y cuadriculadas. Era hermosa su letra como delicadas sus manos y el suave trazo que estas dibujaban fluía con la facilidad con la que se deslizaría una solitaria gota de roció sobre el curvado pétalo de una flor.
Me miraba con fijeza, y la mirada de sus grandes ojos era inescrutable, aun así supe que la había asaltado la melancolía pues sus palabras me sonaron a suspiro. Levanto su vista hacia el cielo y la vi perderse en sus pensamientos; sentía yo ganas de pedirle que continuara con el poema que hacia poco había terminado de escribir, y que a mi me había costado no poca paciencia lograr que me dejara escuchar; de hecho había tenido que quedarme a su lado un buen rato callado esperando que lo terminara de componer. Recuerdo que me quede viendo con expectación ese lapicero que me prometía una aventura, ¡escuchar a una escritora de poemas!, pero pronto fue superado mi entusiasmo por el sueño al que el silencio y la hipnoptizante danza de la tinta azul me indujo. Ella me despertó luego sonriendo…, que parecida era entonces a la estatua de la virgen que había en medio de ese parque. Su rostro era hermoso con una belleza extraña, lozana y enigmática, había en ella una bondad resplandeciente y en sus gestos el abandono inconsciente de alguien cuya mente se encuentre lejos. Yo creí que era la virgen cuando la conocí, tal fue mi asombro y realmente así lo pensé por mucho tiempo, hasta que tome mayor conciencia de lo absurdo y el recuerdo preciso se vio ensombrecido por el olvido de la memoria, ahora ya solo me queda el sentimiento.
Cuando se es niño uno se deja llevar por las impresiones, que por otra parte son distintas a las impresiones que tienen los adultos en cuanto mas perceptivas de las cosas que nos rodean; ¡que sabía era mi niñez que veía con el corazón y me permitió conocer a esa virgen!
Debe ser que tal capacidad de asombro solo correspondo a la niñez ,pues ya en mi vida adulta no he vivido nada igual, y no dejo ahora de preguntarme ¿Qué perdí?
Ella me empezó a leer y su voz alegre y reposada era maravillosa. Me pareció desde el primer momento que el poema iba dirigido a mí, incluso me lo dio luego y yo lo guarde con sumo cuidado entonces, no obstante ahora ya no lo tengo; sin embargo recuerdo muy bien la parte de el que da sentido a esta historia y revolotea mucho en mi cabeza en estos días, decía:
“Tienes lindos sueños pequeña alada,
eres el ángel que no puede volar,
mas por ello las flores te aman y se enredan a tu alrededor,
pequeña alada , tu sueño es la alegría de la tierra
que a los ángeles adora
mas de ellos nada entiende.”
Yo sonreí en respuesta a sus palabras, me levante de un salto y di vueltas llena de alegría a su alrededor mientras movía mis brazos extendidos tal si bailara, tal si volara; respondiendo a un impulso que no puedo explicar.
Yo sonreía y ella me sonreía maravillada como si frente a ella se sucediese un milagro. Un rato después me tire al piso cansada, ella rio y dijo: “No has podido esperar a que termine de leer, ¡si que tienes energía!”
La mire, echada todo se veía cabeza arriba, así que rodé y me acosté sobre mi estomago, acomodando luego los codos en el césped para que mis brazos pudiesen sostener mi cabeza levantada, recuerdo que solo entonces le dije: “Si soy un ángel ¿porque no tengo alas?”
-Si tienes alas pequeña pero los niños no pueden volar por el cielo.
-¿Porque no? – respondí.
Ella se quedo callada; parecía considerarlo seriamente con uno de sus dedos sobre los labios, y un momento después me pregunto: ¿Entiendes lo que es tener alas?
Yo no lo sabía y así se lo dije. Ella pareció pensarlo un rato mas, como ya conté al principio no me respondió inmediatamente, pero finalmente, bajando los ojos del cielo los fijo en su propia mano que con ternura acariciaba el césped y me dijo:
Los ángeles tienen alas tanto como tu y como yo, pero ellos a diferencia nuestra pueden volar porque ellos entienden lo que es tener alas; ellos saben que existen y las ven; ellos las ven y aprenden a usarlas.
Como la tierra y las flores del poema adoramos a esos seres, porque queremos lo que ellos hay, pero no sabemos que podemos serlo y mandamos nuestras bendiciones al cielo pues es hay donde ellos viven, nos hemos olvidado que ese es nuestro hogar también, y en ella se puede volar y hacer piruetas. Se es feliz así pues es feliz quien aprende a volar , así como tu hace un rato fuiste feliz al escuchar este poema , tu alma recordó mientras reías y dabas vueltas que tienes alas, y es que solo con tu alma y tu corazón puedes volar. Acabo de darme entender que no es cierto lo que dije acerca de que los niños no vuelan, y tu eres un ángel pequeña pues viéndote aletear me has contagiado tu entusiasmo y recordé por tu pregunta que el cielo sonríe a sus hijos y hace mucho que no me sentía tan auténticamente feliz por esto; es que me había olvidado de mis alas, y ahora reparo en ellas; ¡Mira!- me dijo levantándose y dando vueltas mientras se tocaba la espalda como queriendo coger algo que llevaba detrás –que maltrechas están por mi descuido, se les están cayendo todas las plumas.
-Y las mías- le pregunte- ¿puedes verlas?
- Si – me respondió- y son ahora blancas, y muy tupidas, son muy hermosas y debes de cuidarlas, sino olvidaras que venimos del cielo y reirás cada vez que alguien te diga como yo que los hombres pueden volar. Me miro un momento y al advertir seguramente mi rostro grave enseguida añadió con un tono más dulce: Pero descuida, el cielo te ama, no temas pues el una y otra vez así como tú has aparecido y me trajiste su mensaje, así también si alguna vez tú lo olvidas sabrá llegar a ti.
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Es extraño que durante mi vida haya enterrado ese recuerdo tan significativo en lo profundo de mi mente, de manera que solo ahora en mi vejez vuelve con la claridad de los arroyos de la infancia que evocan la inocencia y que hace mucho vi correr.
Paso hoy el tiempo sentada aquí en mi cálido jardín persiguiendo al sol de la tarde , y es solo ahora que adquiere sentido lo mágico, lo increíble; será que ya estoy vieja y loca o soy vieja y sabia; contando esta historia pongo la mente en orden, y este recuerdo que acompaña el presentimiento de algo que hace mucho espero es inteligible; entiendo que el cielo me reclama, debe ser porque ahora me digno a observarlo con pasmo, y aunque hay tanto sobre esto que no alcanzo a entender todavía, nunca es tarde para aprender dicen.
Escrito por JAX


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