the fool

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04 diciembre, 2012

El tintorero y el filósofo - Jaime Balmes



El tintorero y el filósofo




Un hábil tintorero en su laboratorio, ocupado en las tareas de su profesión. Acertó e entrar un observador minucioso, razonador muy analítico, y entabló desde luego discusión sobre los tintes y sus efectos, proponiéndose nada menos que convencer al tintorero de que iba a echar a perder las preciosas telas a que se aplicarían sus composiciones. A la verdad, la cosa  presenta mal aspecto y el crítico no de jaba de apoyarse en reflexiones especiosas. Aquí se veía una serie de cazuelas con líquidos negruzcos, cenicientos, parduscos, ninguno de buen color, todos de mal olor; allí unos pedacitos de goma pegajosa, desagradable a la vista; enormes calderas estaban hirviendo, donde se removían trozos de madera en bruto, y en las cuales se iban echando unas ramas secas que, al parecer, sólo podían servir para tirar a la calle. El tintorero estaba machacando en un mortero cien y cien materias que andaba sacando, ora de un pote , ora de una marmita , ora de un saquillo ; y revolviendo todo , y pasándolo de una cazuela a otra , y echando , ora acá , ora acullá , cucharadas de líquidos que apestaban y de cuyo contacto era preciso guardar el cutis , porque le roían más que el fuego , se aprestaba a vaciar los ingredientes en diferentes calderas y sepultar en aquella inmundicia gran número de materias y manufacturas de inestimable valor. ‘‘Esto se va a desperdiciar todo – decía el analítico-. En esta cazuela hay el ingrediente A  que como usted sabe, es extremadamente cáustico, y que, además, da un color muy feo. En esta otra hay la goma B, excelente para manchar, y cuyas señales no se quitan sino con muchísimo trabajo. En esta caldera hay el palo C, que podría servir para dar un olor grosero y común, pero que no se me alcanza cómo ha de producir nada exquisito. En una palabra, examinando todo por separado , encuentro que usted emplea ingredientes contrarios a lo que usted se propone; y desde ahora doy por seguro que, en vez de sacar nada conforme a las bellísimas muestras que tiene usted en el despacho, va a sufrir un pérdida de consideración en su fama e interés .’’ ‘‘ Todo es posible , señor filósofo – decía el inexorable tintorero, tomando en sus manos las preciosas materias y ricas manufacturas y sumergiéndolas sin compasión en las sucias y pestilentes calderas – todo es posible; mas para dar fin a la discusión, déjese usted ver por aquí dentro de pocos días’’. El filósofo volvió, en efecto, y el tintorero desvaneció todas las objeciones, desplegando a sus ojos las telas que por rigurosa demostración debían estar malbaratadas. ¡Qué sorpresa! , ¡Qué humillación para el analítico! Unas mostraban finísima grana, otras delicado verde, otras hermoso azul, otras exquisito anaranjado, otras subido negro, otras un blanco ligeramente cubierto con variado color, otras ostentaban riquísimo jaspes innumerables y encantadores; las manufacturas, limpias, tersas, brillantes, como si hubieran estado cubiertas con cristales, sin sufrir el contacto con la mano del hombre. El filósofo se marcho confuso y cabizbajo, diciendo para sí: ‘‘No es lo mismo saber lo que es una cosa por sí sola, o lo que puede ser en combinación con otras; en delante, no me contentaré con descomponer y separar, que también hace prodigios el componer y reunir: testigo, el 
 tintorero. ’’

Sacado de "El Criterio" de Jaime Balmes.

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