the fool

the fool

08 mayo, 2014

Te quiero



Debería llamar gracioso al hecho de  intercambiar miradas con alguien que sabes está pensando lo mismo que tú y que al chocarse estas se repelan, no por falta de afinidad si no por un perturbador exceso de ella.

Cuando lo conocí fue justamente por este factor que desconcierta, él y yo coincidimos en demasiadas cosas, entre las que están un mismo gusto por ciertos lugares, la dificultad para ser abiertos y confiados con casi todos los habitantes de la tierra y un disimulado escepticismo por el amor, resultado de viejas heridas.

Tan pronto comencé  la universidad encontré en el campus un rincón camuflado por un arbusto que cada cierto tiempo dejaba ver unas pequeñas flores amarillas, y un viejo olivo; este era mi rincón favorito para  pasar el tiempo entre clase y clase, tal vez ya se estén imaginando, desde luego era así también  para  él, por eso no tardamos en encontrarnos en este sitio, casi al iniciar mi primer ciclo, y hacernos amigos.


Coincidíamos curiosamente y a la vez sorprendía que fuésemos tan  distintos en cuestión de perspectiva y vivencias. A menudo nos parecía que el mundo estaba lleno de detalles superfluos y que solo nos poníamos a discutir sobre ellos para darle contenido a nuestro interactuar porque siempre me sentía muy cómoda junto a él y viceversa, eso era en esencia nuestro lazo. Nos pasó también, casi inmediatamente después de habernos conocido, que aunque en muy pocas ocasiones quedáramos  en encontramos, nos encontrábamos igualmente, esto podía pasar de la misma forma tanto en la parada del bus como en el propio bus, en algún corredor de la universidad, e incluso en un día sin nada particular caminando por la calle; pero más que en ningún lugar, en el rincón. No puedo negar que habían días en que trataba de sincronizarme, si no lo había visto, para coincidir con él en nuestro lugar, otras veces sin embargo no podía evitar simplemente llegar y él aparecía, por eso eran pocos los momentos en que volvía a ser una solitaria de paso por ahí.
Tirados en el césped un día él me abrazo, fue extraño lo ajena a mí en que se tornó mi voluntad cuando eso ocurrió, me sentía entre sus brazos en el lugar correcto y a la vez no me dejaba abandonarme por completo a esa sensación una constante inquietud, tanto más luego de un rato que me pareció eterno en que aun abrazados solo oíamos nuestra respiración , saque con timidez la cabeza que tenía escondida reposando sobre su pecho y nos quedamos mirando, no pude evitarlo, acerque mi rostro al suyo y nos besamos despacio, retando temerariamente a nuestros temores sobre el amor y dejando que ellos volviesen a rondar dentro nuestro, como demonios que han roto el frágil sello que los contenía; inconsciente, él me dijo: “te quiero’’, y yo…, bueno, yo también lo quería, y se lo dije con un hilo de voz volviendo a ocultar mi rostro; tenía miedo de mirarle de frente porque presentía que ahora que lo había dicho huiría, y así fue. Pretextamos al reloj para despedirnos, me ayudo a pararme y nos separamos. El “te quiero” se quedó conmigo, ojala no le hubiese correspondido, y ojala él no hubiese dicho nada porque de  veraz detesto los tiempos que sobrevinieron luego de ese “te quiero”, el presente se resume tan solo en un silencio incómodo y un alejamiento, nuestro rincón  dejo de ser un jardín para convertirse en la evocación de momentos compartidos  que aun tratamos de rehuir.

Todo cambio tan radicalmente como si nuestra amistad hubiese sido solo una ilusión o un  sueño y hubiésemos tenido que volver a una odiosa lucidez, pero a medias, ya que no podemos dejar de coincidir, cuando así sucede nuestros ojos son sinceros, ellos lo dejan expuesto, y su mirada me produce, como las bengalas de dos tiempos, un anhelo que se apaga para dar paso a una rabia mal camuflada de indiferencia.

Pero saben, le odio; ¿Porque le odio?
Porque me abrazo, y me regalo un te quiero  vacío que se cuarteo en mis manos, se perdió, cayendo en pedazos y haciéndose polvo, como un puñado de arena,o un cascarón vacío.
Quisiera saber ¿porque lo hizo?; me planteo esto diciéndome que es lo único que no llego a comprender en él, pero tal vez si lo sé. Sé que  yo me asuste con su: Te “quiero”, estas dos palabras fueron solemnes, aunque sin intención, solo escaparon de su pecho; por mi parte sentí lo profundo de esa solemnidad y le temí al responder a ella tan involuntaria y genuinamente como un eco.
 “Te quiero”, fue esa sencilla resonancia la que nos conmovió a ambos por su sinceridad.

En las noches he conocido evocando sus nuevas miradas evasivas la certeza de que él se plantea las mismas dudas que yo y que sintió lo mismo en ese momento, por eso tal vez si comprendo su alejamiento y aun así no lo justifico, ya que ahora no sé explicarme, ¿por qué seguir dejando que esta profundidad extraña nos haga sufrir?
Solo junto a él podría resolver esto, porque él la invoco; y ahora esa sensación es un fantasma y una sombra que nos acecha a ambos; la ignoro hasta que me vuelve a someter llenando mis pensamientos, entonces me invade una nostalgia, un anhelo desesperanzado y una incomodidad porque cada día, cuando me lo cruzo, vuelvo a sentir que espero encontrarlo y detesto que su aparición me sea una cálida realidad y tan pronto como pasa y se escabulle, un recuerdo.

En cuanto a nuestro rincón, este se ha vuelto nuevamente un rincón solitario. Pobre rincón, es el resultado de haber tenido la ambición de juntar a dos seres tan similares, ahora tanto él como yo lo evitamos, devenimos sin querer en ingratos.

 ¿Será que uno de nosotros pondrá un pie allí el día que el otro se atreva a hacerlo? , tal vez entonces seamos recibidos por ese fantasma cálido que él hizo aparecer y que espera que nos digamos algunas palabras sinceras y un perdón; se que me gustaría, pero no sé cómo empezar, y mientras tanto creo que no podre evitar llevar como un amuleto a mi pesar el te quiero vacío que solo él puede ver. Tal vez por eso voltea la mirada.



Escrito por Jana :3

No hay comentarios:

Publicar un comentario

O.o: