Hacía ya varias noches que tenía un mismo sueño, se
veía a los pies de una estatua entre lágrimas y sollozos, rogándole que
volviese a la vida, luego, como un rayo de claridad, descubría que la estatua
realmente nunca había estado viva, nunca le había sonreído, nunca la había
tomado en sus brazos, y espantada de su propia locura salía huyendo de la
proximidad del ídolo, sin un destino.
Intento volver a dormir en vano, se levantó de la cama con
la idea de ir a la cocina a servirse un vaso de agua. En la mesa encontró su
teléfono y lo tomó para revisarlo como un acto reflejo, lo primero que notó en
la pantalla fue una llamada pérdida de él de hacía aproximadamente una hora,
dejó el teléfono nuevamente en la mesa boca abajo y suspiró preguntándose, ¿Y
que mas podríamos decirnos?, ¿Que podría cambiar? ; se sorprendió así misma
aceptando esto sin dolor, tal vez había sufrido más, hasta agotarse, durante el
tiempo que paso deseando acompañarlo, prodigándole su cariño, pretendiendo
consolarse engañándose, sabiendo que no podría ser igualmente correspondida,
ahora todo lo que tenía que ver con aquello parecía quebrado y perdido.
- No lo mereces - le dijo ella la última vez que se vieran
sin afán de recriminárselo, pero decidida, no sin dificultad y con pesar, a
dejarlo, con la resolución a la que la frustración y la aceptación total de una
ilusión irrealizable pueden preceder.
- Sabes
que no miento - agregó con resignación ante un ademán suyo de querer replicar y
continuó.
- El cariño es algo que se merece cuando se aprecia, como lo
son los bienes, recompensas por las que se trabaja, si puedes valorar, cuidar y
mantener un cariño lo mereces, pero tú no puedes hacer eso con el mío, lo sé y
ya no lo exigiré.
.
Y lo sabía porque las muestras de afecto que ella le
prodigara habían temido al rechazo, se daban contra una pared de desinterés,
casi siempre inadvertidas cuando las dirigía hacia él, y dejaban un sabor
amargo al final de desconcierto y de humillación. Lo sabía porque sus días
juntos, aunque no hubiese querido aceptarlo, habían tenido un marco de
irrealidad y de fraude.
Con el vaso en la mano fue hacia el balcón, deslizo el vidrio
de la mampara y se reclinó en el marcó, tenía un cielo muy obscuro sobre ella y
una constelación de luces de faros, edificios, anuncios y etcétera a sus pies.
Encontró que su ánimo le dejaba apreciar el aire fresco de la madrugada sobre
la piel que se estremecía con agrado, no obstante el vacío persistente en el
pecho que se instaló en ella desde que la realidad se había encargado de revelarle
que no era amada, en ese instante el fresco parecía colarse dentro suyo y
percibió con un débil pero concreto entusiasmo, como despertando de otro sueño,
que también podía ser fácil vivir así , sin esperar, forzar o pretender sobre
lo que era, ya podía cerrar los ojos pensando “No éramos más que eso, mi
ilusión, y ya terminó."
- Sabes que no miento - agregó con resignación ante un ademán suyo de querer replicar y continuó.
- El cariño es algo que se merece cuando se aprecia, como lo son los bienes, recompensas por las que se trabaja, si puedes valorar, cuidar y mantener un cariño lo mereces, pero tú no puedes hacer eso con el mío, lo sé y ya no lo exigiré.
Y lo sabía porque las muestras de afecto que ella le prodigara habían temido al rechazo, se daban contra una pared de desinterés, casi siempre inadvertidas cuando las dirigía hacia él, y dejaban un sabor amargo al final de desconcierto y de humillación. Lo sabía porque sus días juntos, aunque no hubiese querido aceptarlo, habían tenido un marco de irrealidad y de fraude.
Con el vaso en la mano fue hacia el balcón, deslizo el vidrio de la mampara y se reclinó en el marcó, tenía un cielo muy obscuro sobre ella y una constelación de luces de faros, edificios, anuncios y etcétera a sus pies. Encontró que su ánimo le dejaba apreciar el aire fresco de la madrugada sobre la piel que se estremecía con agrado, no obstante el vacío persistente en el pecho que se instaló en ella desde que la realidad se había encargado de revelarle que no era amada, en ese instante el fresco parecía colarse dentro suyo y percibió con un débil pero concreto entusiasmo, como despertando de otro sueño, que también podía ser fácil vivir así , sin esperar, forzar o pretender sobre lo que era, ya podía cerrar los ojos pensando “No éramos más que eso, mi ilusión, y ya terminó."
Escrito por Jana :3
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