the fool

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28 diciembre, 2014

Muros






Hace mucho que nos sentábamos frente al fuego y me contaba sus historias, sin embargo cuando me hice joven se percato del tipo de historias que me inquietaban, ya de mayor contenido y eso la animo un día, seguramente observando también mi aire distraído y turbado o mi falta de atención en todo, a contarme que había amado; ella era una anciana y aun así no sé explicarme porque me sorprendió saber que le había pasado alguna vez.

Escuché su historia como la de una muchacha sin lugar ni tiempo, en su apasionamiento, su ingenuidad, su entrega, sus ilusiones, los momentos buenos, así como en sus desengaños y padecimientos, parecía contarme la historia de otras muchas , todas igualmente de corazones tiernos, mejillas ruborizadas y ojos brillantes, jóvenes con ilusiones rotas y llantos inconsolables que ahogan sus sollozos hundiendo los rostros en la almohada mientras repiten entre lágrimas , como un torrente interminable un nombre amado e ingrato que tienen atravesado en la garganta desgarrandolas.

- La última vez que nos encontramos - dijo - sabía que ya no nos volveríamos a juntar, él solo hablaba de embarcarse, de irse a otras ciudades, y cuando se le presentó la oportunidad tuve la certeza de que así sería, a pesar de sus promesas de volver a buscarme en cuanto le fuera posible. Por eso para nuestro último encuentro ya antes había llorado bastante, recuerdo haberme mantenido en silencio casi todo el tiempo. Recoste mi cabeza sobre su estómago sin atreverme a levantar la vista y encontrarme con su rostro, suspire profundamente haciendo un gran esfuerzo para no quebrarme, fue un instante de aceptación en que me dije que un momento así hacía que valiese la pena enfrentar el propio dolor, mañana podría cerrar los ojos y tendría como evocar su calidez como un recuerdo azucarado que pincha el pecho solo por un momento y luego, complacida de haberlo vívido, sonreiría. -

Yo de plano no quise entenderla,

- ¿Porque no lo seguiste?- le pregunte cuando acabó su relato sin final feliz, ella sonrió al viejo recuerdo que parecía dar vueltas frente a sus ojos bailando entre las llamas, y sólo me dijo:

- Los corazones son paredes irreductibles. Comprendí que no se filtraría nada mio dentro de esos muros que él no tuviera deseo o capacidad de compartir. Nada de lo que yo sentía podría oponerse a sus deseos.-

-Y así es... - pensé, luego de un largo silencio, sintiendo un vacío en el estómago al identificar en sus palabras mi propia situación y olvidándome por un momento de el crepitar del fuego.

***

Escrito por Jana :3

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