the fool

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10 marzo, 2016

Nunca quise


“En lenguaje antiguo, quien dice Amor, dice: Vencido, clama Vico.”
Ibis - Vargas Vila




Tal vez sentirse traicionado, no lo sé, porque sentir aquello o cualquier cosa nunca fue mi intención.

A su lado fui feliz y no obstante nunca baje la guardia; no soy yo quien se confío en sus brazos, no soy yo quien anhela sentir el olor de su cabello al respirar, en cada exhalación,  y el peso de su cabeza sobre mi pecho. Yo nunca quise advertir el brillo de sus ojos ni la ternura al verlos cerrados mientras dormía confiada a mi lado.

Niego se trate de mí el que le dijo una vez que la quería, aunque esto sea verdad, me justifico en que nunca desee  anclar mi vida, insatisfactoria y errante, en ella porque conozco la naturaleza de su composición, ella es efímera como las flores, como el instante en que un ave se posa en tu ventana para alegrarte la mañana con su canto; intuía que mi destino a su lado sería tan feliz y breve como el contraste de armonía a mi alrededor e inmenso trastorno en que sumía a mi espíritu una sola de sus luminosas sonrisas.

Ayer vino a despedirse, no escuchaba sus palabras mientras se dirigía a mí, no hacía falta porque había estado esperando por ello, así, mientras me hablaba, solo venía a mi mente un recuerdo;

-Te quiero- le dije una única vez, vulnerable ante ella. Sus ojos sorprendidos al poco rato quedaron fijos en los míos y pude ver sus palabras, no preste atención tampoco entonces al sonido de estas.

- Te quiero- vi en ella, como un eco dichoso, y supe que esto era verdad, que era tan cierto entonces como el adiós que hoy veía parado frente a mí, así como todas las razones que la acompañaban, razones que la habían ido invadiendo, por las cuales su “te quiero”, marchito ya, se deshojaba pétalo por pétalo, y ella los dejaba caer  ante mí, todos a mis pies, sin bajar la mirada. Tuve el impulso de arrodillarme y recogerlos uno por uno para retener conmigo un instante más de un cariño de los que florece y luego se marchitan con el final de la estación.

No hay remedio para algo así, no soy yo quien rememora una y otra vez un “te quiero”. Mi razón, todavía atada de pies y manos, siente más tristeza que ira o frustración al encontrar la ironía de la situación, el único alivio que deseo se encuentra en volver a sus brazos en busca del consuelo por la tristeza que su misma ausencia me causa.



Escrito por Jana.




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