the fool

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30 noviembre, 2016

Castillos de Cartas




Más allá de los límites de lo que perciben los sentidos, y la necesidad de crear sustento, para resguardar de su fragilidad ante el destino, a las cosas que hacemos, omitimos, adquirimos, vivimos y creamos mediante la razón, existe la posibilidad de ser realmente feliz en el conocimiento de no poder poseer realmente nada.



1. Lo efímero

Ni bien acababa de reunir fuerzas para levantarse, Isabel (o simplemente Sis), recibió una llamada de su madre con malas noticias; una tía suya, aunque apenas 8 años mayor que ella, había muerto.
Una vez que su madre, afligida, se despidiera y colgara, la muchacha huyo a la ducha; ¿Qué mejor lugar para buscar al menos veinte minutos de una relativa paz? No sería una paz para su mente, lamentablemente, que bullía de recuerdos, ideas y emociones; pero si para su cuerpo, que agotado por la tensión, se repondría. Una vez bajo el chorro de agua caliente Sis apoyo la frente en la pared de la ducha.

-Ya debería ser suficiente de malas noticias - pensó.

Uno a uno, como en el michí, tres disgustos la habían atrapado y hecho prisionera de una tristeza mayor y sin nombre; aunque bien podría describirla toscamente como un resentimiento a la palabra efímero. Efímero, que es un adjetivo para describir en parte la naturaleza de todas las cosas; la vida de su guapa tía, casi prima, Gina - por ejemplo - apenas mayor que ella, y de la que hacia menos de 10 minutos había tomado consciencia de su muerte. Gina acababa de morir, sin haber llegado a los 40, por la mortal combinación de una dieta mal planteada, que inicio con demasiado ímpetu luego de su embarazo, y ejercicio, que logro que se descompensara terriblemente. Sis la quería y el recuerdo que apareció de pronto en su mente parecía un mal chiste, al igual que su muerte; la veía sonreír mientras se abrazaban cuando Sis se acercó a felicitarla, hermosa como era tres años atrás en su boda, daba envidia incluso, estaba feliz, enamorada… y tan potencialmente muerta… como todos nosotros. 

Unas lágrimas comenzaron a confundirse en su rostro junto a el agua que caía de la ducha, luego un gemido de dolor salió de su pecho, como el primer  acto en la puesta en escena de un conjunto de sollozos y lágrimas, cada vez  más abundantes en cuanto estos dejaban de ser solo dedicados al recuerdo de su tía ; eran también por otro recuerdo involuntario y del que no había podido huir desde ayer , el de Álex - su novio - compartiendo un cálido besó en la fila de la boletería del cine con otra chica, apenas veinteañera, el dolor la invadió de nuevo; esta imagen representaba la ilusión de confianza que había entre ambos hecha añicos, nuevamente bajo el odioso adjetivo , “efímero” , dejándola atrapada  e indecisa en el departamento a medio amoblar al que ambos se habían mudado el mes pasado, y que ahora parecía una broma de mal gusto.

-Que rápido he pasado a ser un ama de casa de pies a cabeza, con una orientación de tragicomedia - rió con amargura - mi amorcito mintió sobre llegar a cenar, Jajaja… Y por negocios… otro cliché – y soltando un suspiro dijo - Que decepción...

Una decepción era también haber perdido el ascenso que parecía seguro; y que estuvo mucho tiempo persiguiendo, pero por fin sucedió a finales de la semana pasada que el puesto estuvo vacante, y sin obstáculos, tanto era así que incluso el que habría sido su predecesor la había recomendado a ella para tomar su lugar. Todo en ese puesto era más favorable; casi el doble de sueldo, oficina, asistente... pero las certezas son ilusiones, y los planes dependientes del destino; sus jefes ocuparon el puesto con un nuevo empleado; un pariente del accionista mayoritario, que empezó a trabajar ese mismo lunes.

-Bueno la sangre es lo primero Sis - dijo para sí – y, ¿Qué les parece?, los ascensos pueden ser efímeros.

Sis amaba su trabajo pero ese día de principio a fin fue una tortura, estaba dividida entre agradecer o abofetear a algunos de sus compañeros que se acercaron a hacerle algún comentario o incluso darle algún consuelo por el puesto perdido.

- No le des importancia Sis, no conoce el ambiente como tú, no durara.
- Gracias Tomás- Le respondió ella a su vecino de cubículo dirigiéndole la más encantadora sonrisa forzada que fue capaz de invocar.



2. Corriente de aire

Lo bueno de los días de verano eran sin duda los atardeceres. Excusándose en la noticia de la muerte de su tía, y el velorio al que pensaba ir (aunque en realidad ella iría lo más tarde posible), Sis salió temprano del trabajo y se alegraba sinceramente de estar en casa frente a la ventana contemplado el espectáculo del sol al ponerse, sentada en la mesita de la cocina/comedor con un vaso de limonada fría y armando un castillo de cartas para acallar el caos en su cabeza dando algo que hacer a las manos. No obstante pensó en su novio mientras lidiaba con dos cartas que no lograba descubrir como equilibrar para hacer que se sostuvieran la una a la otra y formar una de las V de la estructura; en tanto le venía a la mente el cómo ayer Alex le había llamado para avisar que saldría con su jefe y unos posibles clientes.

-No hay problema - le dijo ella - Negocios son negocios, además pediré comida de nuevo, lo único que esta funcional en esta cocina por ahora, además del refri, es el microondas que acabo de desencajar.

Alex se rió en el auricular.

- Somos pésimos para acomodarnos, ¿cierto?- pregunto.

- Somos flojos pero tenemos suficientes nociones de supervivencia sedentaria para sobrevivir- contesto Sis.

Bromearon un poco más y luego colgó. Sis puso un cojín en la alfombra para apoyar su cabeza y dormitó un rato. Cuando la lucidez volvió a animar su cuerpo encontró que tenía ganas de salir, buscar un restaurant y cenar; a decir verdad ya eran las 8 pm y su estómago le tiranizaba. Mientras le daba vueltas a sus planes encontró que también le seducía solo comprar algo de comer al paso  y ver tiendas, pero necesariamente tenía que salir ya, así que se cambió muy rápido y corrió al auto, mientras en su cabeza repetía para sí “hambre, hambre, hambre…”

Ni bien llego al centro comercial encontró un puesto de helados y su fantasía de mujer de mundo sobre pedir una ensalada y filete con una copa de vino en un bonito restaurante sentada muy derecha, con las piernas cruzadas, cubiertos, mantel y servilleta, le pareció una ocurrencia muy divertida; un enorme helado, caminar, el movimiento alrededor, la espontaneidad fuera de su rutina y las tiendas fueron en ese momento una cena mejor, se sentía feliz… Y luego paso frente al cine. Vio entonces a Alex con su pequeña otra novia; primero dudo de lo que veía y sobreparó un rato mientras sentía a la par que su estómago se vaciaba y se le hacía un nudo en la garganta, al mismo tiempo un sentimiento de vergüenza le surgió, como si el estar viendo algo que no se suponía debía ver, y estar en lugar en donde no le había dicho por teléfono a él que iría, le hiciera sentir súbitamente incomoda también, así que huyo de ahí y siguió su camino, esta vez directamente al auto.

Sis llego a casa, se cambió, metió en la cama y una vez así pudo procesar lo que acababa de pasar y no tardo en ponerse a llorar; todo a su alrededor era una broma; odiaba el departamento, odiaba sentirse como una tonta y sobre todo se sentía perdida sobre qué hacer a continuación.
Llorar hasta agotarse logro ser la solución para conseguir dormir finalmente y dedico el último pensamiento del día a lo gracioso que era aquello, dos cosas malas un lunes, adiós puesto de ensueño, adiós confianza en Alex.

Por la mañana apenas despertó a tiempo, esta vez no gracias a su reloj interno si no a Alex que le dio unas palmadas en el hombro mientras le decía:

- Sis, Sis… vamos mujer, despierta, o no tendrás tiempo para bañarte- le advirtió con suavidad.

Los ojos de Sis hicieron alguna resistencia para abrirse, pero fue inútil; los abrió rápidamente en cuanto recupero la lucidez. Lo primero que vio fue a Alex sonriente y listo para salir al trabajo; él solía salir primero que ella.

- Te ves cansada. Ayer llegue tarde y no quise despertarte, seguro te hacía falta dormir porque no me sentiste entrar.

Sis lo veía sin saber cómo responder, muchas cosas llegaron a su cabeza, decirle que lo había visto o gritarle tal vez; un nudo se volvió a armar en su garganta, y lo único que atino a comentarle fue:

-No me dieron el ascenso Alex.

Se coló un breve silencio en la habitación; Sis se incorporó en la cama y junto sus rodillas a su pecho abrazándolas con sus brazos para poder esconder la cara entre ellas, sintió que Alex se sentaba a su lado y la abrasaba, se sentía tan reconfortante como a la vez odioso…

-No te preocupes - le decía despacio, como hablándole a una niña; de hecho Sis se preguntó si esa forma de hablar se relacionaba de alguna forma con su gusto por las adolescentes, pero rápidamente trato de sacar ese pensamiento de su cabeza para no turbarse -eres buena en realidad- continuo Alex- puedes buscar otras oportunidades si te sientes estancada ahí.

Sis no contesto, solo levanto la cabeza, lo miro fijamente y asintió con tristeza.

-Si… lo voy a considerar…- dijo finalmente.

Alex la beso en la frente y luego le dio otro beso breve en los labios a modo de despedida; no quería llegar tarde, se excusó así por no poder seguir junto a ella, y prometió que trataría de salir temprano para conversar un poco más y cenar juntos en casa. Sis lo vio irse aun con el nudo en la garganta; cuando escucho la puerta cerrase tras él ladeo la cabeza hacia uno de sus hombros y bajo la vista fijándola en el brillo satinado del edredón.

  -Tendremos que hablar sobre todo hoy de todas formas- Pensó, y dio un largo suspiro.

Tenía bastante avanzado el castillo para cuando se abrió la puerta del departamento, esto dejo filtrar una corriente de aire proveniente del pasillo, afuera, en el descanso de la escaleras.

-Tonto ventanal que da a la calle - pensó Sis, mientras volteaba los ojos.
Con que facilidad se cae - pensó brevemente - contemplado las cartas regadas entre la mesa y el piso; de pronto cualquier cosa que hemos armado firmemente de una idea, de un razonamiento, justificación y de un destino puede derrumbarse y perder todo sentido; quedar reducida a nada. Una corriente de aire - sonrió levemente- puede traer abajo un castillo, una dieta, la vida de una mujer joven, una breve visión en la boletería del cine, acabar con el sentido de nuestros besos y abrazos e incluso de este espacio que tenemos en común, mi ilusión de confianza en él, y mis planes…

- ¿Sis?- pregunto Alex al entrar, acompañado por el sonido de la puerta al cerrarse.

-Aquí estoy Alex- respondió ella.

Alex le dio el encuentro y la beso - Oye, traje vino frio – comento animadamente.


-Qué bueno – respondió ella- ábrela de una vez por favor, necesito un trago.


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