Dioses de
las tinieblas vienen a mí
con sus
tentadores brazos,
elogian mi
esperanzada sonrisa,
dan fin a mi dolor.
Olvido que
es lo bueno,
no hay
santo ni nefando,
solo
aquello que se materializa y
que me
acoge con interesado aprecio,
solo el
placer doloroso de mi salvación.
¿Es negro
lo que se cierne sobre mí?,
en este
punto es incierto,
¿Qué color
tiene la verdad?
Hay dudas, siempre las hay, pero no pestañeo,
Yo decido.
Y me
interno en esta oscuridad...
¡No
importa!
Atrás no
dejo luz.
Me digo:
"soy fuerte",
me creo
invencible,
no habrá fuerza que haga de mí su esclava,
así como no
hubo calor que me acogiese.
Soy yo un
ser maligno,
soy ya una
criatura más,
pero no
creeré,
no
predicare,
no instare
a nadie a seguirme,
no rogare piedad,
mi corazón pertenece a la divinidad,
y siempre he de resguardar el recuerdo
débil e
instintivo de mi Dios.
Desacreditado
por los invidentes del mundo,
Él me
reclama y por Él es que siempre
estaré libre de hundirme.
Cual tronco a merced de un río
he de dejarme llevar,
gusto de
eso,
mas nunca
morare
en lo
profundo de las aguas.
Pero
entonces, ¿En qué situación me encuentro?,
¿Qué es lo
que soy?,
¿Acaso
demonio oscuro?,
¿Acaso
santo mártir?
No, soy un
ser que busca la luz.
Revelaré la naturaleza de mi Dios,
Él, es Uno,
lo imperecedero,
la fuerza,
la belleza y el verdadero solaz.
Caigan
sobre mí todas las condenas,
diríjanse hacia mi pecho
todos los
dedos acusadores,
soy
culpable de todo,
si mi ser
me pide sacrificio,
así será,
Si la
fuerza me requiere actuar con malicia,
Eso haré.
Si he de
romper las reglas,
Vuestras
convenciones,
Me volveré una insurrecta,
me comportare si se quiere , como una
enajenada,
Y cumpliré lo que la intuición dicta;
Ese será
siempre el verdadero camino.
Ese será
siempre mi corazón.
Desoye las
voces de otros,
Cierra tus ojos a figuras inciertas,
camina hacia el precipicio,
cree en dar
un paso
y decide continuar.
Mi voluntad
es hoy mayor que las sombras,
Siempre fui
una infiltrada.
Nunca supe de nada verdadero antes,
pero lo veo
ahora,
un pequeño
resplandor,
tan fuerte como el lucero
o las
estrellas
en el basto
universo de misterio.
Mi luz,
hija de lo
santo y lo nefando,
converge en
mí ser,
perfecto e
imperfecto,
mortal y
perecible.
Viviré en la noche y en el día
como si fueran lo mismo,
ese es el
destino de todos nosotros,
incluso de quienes lo ignoran,
amado y detestado,
contemplado
con el desconsuelo de mi venda rasgada,
mi destino.
*Solo la verdad merece ser amada.
Escrito por
Jana :3
Mayrus, gracias por hacerme rebuscar entre mis cosas, provoco que me reencuentre con mis ermitaños. ^^
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